sábado, 17 de enero de 2015

13.-Acta non verba

“El que sabe no habla, el que habla no sabe.”

Lao-tsé (570 aC-490 aC) Filósofo chino.

El título de este capítulo está escrito en latín, y significa “Hechos, no palabras”, y tiene sus orígenes en el Imperio Romano, sin embargo se encuentra en extremo vigente hoy día más que nunca, con frecuencia todos hemos conocido personas que hablan demasiado pero sus acciones no corresponden con sus palabras, esto se ve con mucha frecuencia en los malos políticos, ojo creo fervientemente que existen muy buenos políticos con deseos de cambiar las cosas para bien, pero evidentemente no son la mayoría, si así fuere nuestras sociedades latinoamericanas no tuviesen tantos problemas de corrupción actualmente, pero no nos desviemos demasiado del tema, el punto aquí es que quien habla mucho pero no hace nada es simplemente tildado como charlatán o hablachento, y definitivamente, nadie quiere ser considerado como un abogado charlatán, pero hay muchos más abogados charlatanes de los deseados, pero simplemente no se dan cuenta de ello, al menos no quieren darse cuenta de ello.

Ni siquiera un abogado exitoso es visto de buena manera cuando es charlatán, es decir, puede suceder que alguien sea extremadanamente bueno litigando, pero además sea extremadamente bueno vociferando, lo cual indudablemente opacará personalidad y la gente lo verá como alguien indeseable o al menos como alguien desagradable, el éxito de un abogado, debe ser visto como algo integral, esto quiere decir que debe tener una personalidad ecuánime y justa, porque su trabajo es precisamente debe perseguir el ideal de justicia, y no se puede ser justo y charlatán a la vez, recuerdo que me contaba un colega forma parte del equipo de trabajo que tengo, una oportunidad en la cual tuvo una absurda conversación con un colega, y fue más o menos al  siguiente tenor:

Colega uno: Buenos días doctor, ¿Cómo esta?
Colega dos: Bien y Usted, ¿Cómo sigue? Supe que no asistió a la audiencia ayer porque estaba enfermo.
Colega uno: Mucho mejor, dele gracias a Dios que Yo estaba enfermo porque si no, Usted hubiese perdido ayer.
Colega dos: Caramba colega hubiese sido muy bueno haber visto eso, pero no se preocupe todavía queda la audiencia del Superior y allí Usted puede hacer lo que dice hoy.
Colega uno: Seguro allí si no lo va salvar nadie.
Colega dos: Nos veremos entonces en la audiencia de apelación.
Colega uno: Seguro allí sabrá como se ejerce esta profesión.

         La situación planteada anteriormente es sencillamente inaceptable sucedió por la sencilla razón de que el abogado se encontraba con su cliente al momento del encontronazo, y para tratar de quedar bien pues simplemente recurrió a amenazas innecesarias e incongruentes, ya que aún ganando en el superior, será visto como un charlatán, lo cual no sucedió en el caso particular, donde el abogado no solamente perdió en el superior sino que también quedó como un hablador delante de su propio cliente.

         El vociferar o creernos superiores o mejores que todo el mundo no nos convertirá en abogados exitosos, esto se logra con hechos y no con palabras, jamás me verás a mi dirigirme a un colega en tono despectivo, con ínfulas de grandeza, más bien creo que se debe permanecer callado cuando de estrategias estamos hablando, y hablar solamente lo necesario en una eventual negociación, para luego tratar de sorprender al contrario con algún tipo de acción no adelantada, y pues demostrarle a los charlatanes que calladitos se ven mejor, pero nunca jactarse de uno mismo porque eso no tiene otro nombre que es ser engreído, charlatán y petulante, lo cual no son características del abogado exitoso, el litigante exitoso se caracteriza a mi juicio por ser una persona ecuánime, justa, pausada y tranquila, que doblega a su oponente a través de acciones y no de amenazas verbales.

         Resulta curioso, que a veces hay que revelar cierta parte de las estrategias para forzar un acuerdo, es decir, hacerle saber al contraparte que en una eventual pelea pudiera terminar pagando mucho más, pero esto se debe hacer con mucho respeto, con palabras pausadas claras y precisas, sin pretender ofender de ningún modo a la otra parte, sino más bien tratar de que quien negocia entienda que es mucho más beneficioso para su cliente un acuerdo necesario que una eventual pelea, de allí, que sea mucho más fácil conciliar con abogado conocedor de la materia, que con un abogado todero, ya que el abogado que conoce la materia simplemente está más familiarizado con las eventuales consecuencias que pudiera tener un juicio, en cambio el todero muchas veces ni siquiera sabe el daño que le está causando a su propio cliente, porque leyó la ley el día anterior a la audiencia y cree saberlo todo, lo que seguramente hará que su cliente termine pagando más. Así pues el consejo de este capítulo es el siguiente:

"Mantente sereno, pausado, ecuánime y  justo al momento de entablar un juicio o iniciar una negociación amistosa sin caer en charlatanería."

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