martes, 6 de enero de 2015

3.-En cien pintas gana cualquiera

“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.”

Ernest Hemingway (1896-1961) Escritor estadounidense.

Recuerdo que cuando era adolescente hubo una época en la que me interesé mucho por el juego de dominó, mi padre fue un excelente jugador dominó, y yo me molestaba mucho cuando perdía con él, y además él se encargaba de burlarse de mí para empeorar a las cosas al menos desde mi punto de vista, eso me causó tal impotencia que compré un libro llamado “Ciencia y Arte en el dominó” escrito por Héctor Simosa Alarcón, conocido como "El Tigre de Carayaca", oriundo del Aragua de Maturín, en el Estado Monagas, quien fue un médico traumatólogo, escritor, considerado como el gran maestro del dominó en nuestro País.

Aprendí muchas cosas de ese libro relacionadas con el dominó, y por supuesto la brecha como jugadores entre mi padre y Yo se cerró un poco, y a veces le ganaba con cierta frecuencia, ocasionando que ahora el frustrado fuera otro, pero bueno la maña pudo más y nunca pude superar a mi padre en el arte de este juego, pero había comprendido una cosa muy importante para todos los aspectos de mi vida futura, explica el tigre de Carayaca que en un juego de 100 pintas, cualquier cruz puede ganar, nada más cierto que esto, verán el dominó como la vida es en parte suerte y en parte estrategia, cuando estamos jugando dominó siempre pasa que en algunas oportunidades tomamos un excelente juego de la mesa y en otras uno muy malo, cuando agarramos un buen juego nos sentimos los eruditos, los sabios y pensamos que nada nos va a detener, pero cuando el juego al malo entonces es mala suerte o picardía, y nuestra estrategia es tratar de que el oponente agarre la menor cantidad de pintas posibles para tener una nueva oportunidad en la siguiente mano.

En realidad soy un jugador promedio de dominó, es decir, conozco el juego lo suficiente para dar la pelea, pero recuerda que se necesitan dos personas para completar una cruz o equipo de juego, en una oportunidad me tocó hacer equipo con mi compadre Montilla, uno de mis mejores amigos,  pero un real ignorante del juego de dominó, me sentía realmente pesimista con nuestro futuro inmediato esa noche, pero resultó ser todo lo contrario, ese día en particular ningún equipo por muy experimentado pudo ganarnos, y las palabra “En cien pintas gana cualquiera” rondaban en mi cabeza jamás había visto que se hubieran aplicado tan bien a la realidad, pasé como una semana pensando en eso y riéndome solo como los bobos, aún hoy escribiendo la anécdota sigo riendo sólito como un mismo tonto, claro jamás hemos podido repetir la hazaña y ahora siempre que jugamos juntos no dan una pela.  

Lo mismo pasa en el litigio, cuando tenemos un buen caso nos sentimos seguros de que vamos a ganar y no nos preocupamos mucho, pero si por casualidad nos toca un caso que sabemos está perdido entonces comienza el estrés, Yo al principio ni dormía pensando cómo resolverlo, claro con la diferencia  de que simplemente pudiéramos negarnos a tomar el mismo, porque a nuestro juicio no puede ganarse, pues se lo digo de una vez,  en el ejercicio te tocará perder más de una vez, así que afrontarlo con estrategias que minimicen las pérdidas, para mí existen tres tipos de acuerdo, los acuerdos buenos, los acuerdos malos y los acuerdos necesarios, los dos primeros no merecen mayor explicación, pero el acuerdo necesario es aquel que estamos obligados a conseguir en defensa de nuestro cliente que se encuentra en una posición de desventaja en un pleito legal.

Como abogado tarde o temprano, aprendemos a reconocer las fortalezas y las debilidades en un caso particular, y es basado en esas fortalezas y debilidades, cuando debemos buscar un buen acuerdo o por lo menos un acuerdo necesario que minimice las pérdidas de nuestro cliente, de modo que el asunto no es ganar siempre sino gestionar las actividades necesarias para garantizar los resultados más favorables posibles a quienes nos han contratado.

En los pleitos legales el reto real es terminar el trabajo asignado en la menor cantidad de tiempo posible pero con buenos resultados, y eso a veces no es fácil, ya que por lo general el abogado que sabe que está perdiendo trata de dilatar el proceso para forzar con el tiempo o mejor arreglo, así que se trata de un juego de balances, donde generalmente gana el que tiene paciencia y capacidad de aguante, pero quien se desespera definitivamente perderá siempre.

Así que agarra tus fichas en cada caso que te toque, y de acuerdo a las debilidades o fortalezas tendrás que decidir si debes minimizar las pérdidas con un acuerdo necesario, o debes tener paciencia y jugar el juego completo para ganarlo e ir por todo, en todo caso siempre será una decisión que deberás tomar muy a menudo.

Uno de los mayores problemas es la lentitud con la que se devuelven los casos legales, lo que en algunos casos convierte al tiempo en el enemigo número uno de nuestro cliente, he tenido casos de jubilados donde por necesidad de ellos, he debido llegar un acuerdo necesario por razones de tiempo, y no por motivos legales, tomemos en cuenta que el promedio de vida en la actualidad con suerte es de unos 70 años, y resulta extremadamente difícil tratar de explicarle a una persona de 67 años de edad, que deberá esperar un proceso que puede tardar entre 5 y10 años, pues simplemente no están dispuestos a hacerlo y toman un arreglo que yo llamo necesario que les permita obtener su dinero con mayor celeridad.

Hay una anécdota que me sucedió en la ciudad de Caracas en el año 2012, habíamos programado la cita para obtener la visa americana, y poder viajar a los Estados Unidos, a dicha cita fuimos mi grupo familiar, mi suegra y mi padre, quien para entonces contaba con 61 años de edad, el asunto fue que nos las aprobaron a todos, por 10 años, y la expresión de mi padre al saber eso fue literalmente la siguiente: “Verg…. yo no saco esto más”, a lo que respondimos todos con una carcajada, pues mire, palabra cierta, mi padre murió en septiembre del 2013 a los 63 años de edad, y no fue necesario sacar de nuevo su visa.

Entonces, analiza tus casos, tomando en cuenta todas las variables que pueden influir en el proceso, ya sea que te ayuden o no, y basa en ello tus decisiones, la mayoría de los casos o pleitos legales se resuelven por causas externas y no de tipo legal, jamás sabrás como están las olletas en la casa de tu contrincante, así que haz una oferta aunque sea insignificante y mantenla firme por un tiempo prudente a ver que pasa, sobre todo cuando tu cliente es el fuerte jurídico y puede esperar, te asombrarás con los tratos y acuerdos que esta estrategia logra para nosotros, no es casualidad que estadísticamente se logre mayor cantidad de acuerdos en tribunales durante las épocas previas a vacaciones escolares o navidad.

Tengo un cliente de la vieja escuela que se acostumbró a no pagar, es decir, tradicionalmente los casos de demandas laborales se perdían en el tiempo y el patrono terminaba por no pagar, ya que el trabajador dejaba el caso botado por cansancio, esto cambió con la entrada en vigencia de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo y la creación del circuito laboral en el año 2002 si no me falla la memoria, que aceleró las cosas, y ahora los trabajadores suelen cobrar sus derechos más rápidamente, sobre todo cuando la cantidad a cobrar no es tan alta, ya que la casación esta retardando las cosas hoy en día.

Bueno el caso es que este señor fue demandado por un trabajador y pretendía no pagar nada, en su oportunidad trate de aconsejarle que era mejor llegar a un arreglo y pagarle un poco menos de lo que podríamos salir condenados en una eventual sentencia, eso fue para él casi como una ofensa, y de hecho se molestó conmigo y tuvo cierta desconfianza, pero no me quito los casos, y fuimos a juicio, por supuesto perdimos tanto en primera instancia, como en segunda instancia, entonces empezó la búsqueda de culpables, me llamaron, buscaron otros abogados, y me pidieron que les expusiera el caso a los otros abogados, y así lo hice, aunque debo un reconocer que fue algo muy desagradable, los otros abogados entendieron que la mejor solución desde el principio siempre fue buscar un arreglo, sin embargo el cliente se negó a ello, y ahora estaba pagando las consecuencias de sus decisiones contrarias a mi consejo.

Recuerdo que en aquella conversación, les dije: “Pero bueno vamos a hacerle una oferta este señor que es un jubilado, y nosotros no sabemos cómo están las olletas en su casa”, y finalmente el hombre me autorizó a hacer una oferta que fue excepcionalmente buena para él y que el trabajador aceptó cerrándose el caso cuando ya no quedaba mucho por hacer, curiosamente días después hablé con el juez de primera instancia y no podía creer el arreglo al cual habíamos llegado, y me dijo textualmente: “Yo no los hubiera tomado”, luego de allí en adelante se vino de rodada, y mi cliente comprendió que era mejor y más barato negociar que pelear y hoy por hoy sigue siendo mi cliente y trabajamos en armonía sin mayores problemas.

Entonces el Consejo:

Hay acuerdos buenos,  acuerdos malos y acuerdos necesarios…. Analiza tus casos incluyendo los aspectos legales y externos….y afina tus estrategia según esto…

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